jueves, 25 de agosto de 2011

Sueños del jardín eterno.

-Tanto tiempo estuve esperándote... -Alex se apoyó en mi hombro, su peso varonil, tirándome hacia atrás. Estaba borracho, pero eso no dejaba de lado el hecho de que sus palabras no eran tiernas, ni siquiera parecían una declaración, solo el hecho de que había algo detrás que no me gustaba.
-¿Me estuviste esperando para qué exactamente? -Mi expresión se tornó cautelosa y vi a su mejor amigo, como siempre rescatándolo de situaciones embarazosas. Lo quitó de encima tomándolo por los brazos y me sonrió.
-No le hagas caso Anika. Alex suele hablar  estupideces...
-Alex. -Me volví a acercar a él, sin importarme mucho Blas a su espalda, los ojos verdes del aludido fijos en mí.- ¿Para qué demonios me estuviste esperando todo este tiempo?
Nadie me contestó por una fracción de segundo, en la cual me di cuenta que la respuesta era algo que yo no había sabido ver durante todo mi tiempo con él.
-Para terminar con tu vida, pequeña bailarina.

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